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11.   Juan Carlos Ríos Guerra
2010.  ¿CRISIS EN NAVIDAD? 
Como ya es público y notorio por todos los que me conocéis, llegando estas fechas navideñas, intento como años anteriores construir mi propio Belén. 
Este año, a priori, se me antoja difícil ya que el presupuesto conlleva una reducción del 5%, pero no hay problema, más arena y menos cemento, aprieto un par de ojales el cinturón e intensifico el ingenio, no existe mal que por bien no venga.
Me acerco a la ventanilla del ayuntamiento y entrego mi solicitud de reforma del Belén; la señorita de la ventanilla muy sonriente me comenta que este año apenas han recibido un par de instancias de nueva construcción, el resto son de reforma,” atrás quedan aquellos tiempos en los que,… “ eso me tranquiliza ya que en esta sociedad de la imagen y del “qué dirán”, tengo que consolarme con “el mal de muchos…”
Ojeo mi agenda y hago recuento del personal: Pablo el pastor y sus ovejas, Olegario el alfarero, Águeda la anciana, Bernardo el estudiante, los tres Reyes Magos (que han prometido su presencia),… San José, María,… de personal ando genial. Y si no, basta con acercarme a las filas del I.N.E.M.
Hasta finales de mes cuento con la prestación de los 2500 euros por nacimiento de bebe; con ello comprare una cuna espectacular para el peque, la que tenía ha quedado muy incómoda y obsoleta, he ojeado por internet y me fascina el modelo “paramin”; por fin, el pequeñín, no tendrá que dormir en aquellas duras pajas que le producían rozaduras, ahora con la nueva cuna convertible, además de tener airbag incorporado se amolda fácilmente al peso y cuando “Jesusito” adquiera mayor tamaño solo es necesario pulsar un botón y se hace cama visco elástica con 25 canciones para endulzar sueños. 
Y para colmo de la suerte, con la factura de la luz del belén del año pasado, me han dado un bono canjeable en Correos por unas bombillas nuevas; parecen luciérnagas, cómo alumbran y que poco gastan; este año el niño tendrá un hogar de cuento de hadas, que rabien Leonor y Sofía.
Hago balance: proyecto de reforma, materiales, cuna convertible, bombillas, Currículum Vitae,.. Creo que lo tengo todo. 
Telefoneo a Pablo el Pastor, apenas cinco minutos después se presenta en casa con sus ovejas; ¡ pues si que están famélicas y sarnosas estas criaturas !; el forraje está por las nubes y apenas la producción de leche da para mantenerlas; a Pablo tampoco le veo jovial y risueño como años anteriores, he leído en una hoja de berza (de esas que llegan a mis manos) que están elaborando el borrador de la nueva PAC y todo apunta que el futuro ganadero de Pablo tenga los días contados; disimulo como que no sé nada del asunto y así evito entristecerlo; se ubican en su lugar correspondiente. 
Ring, ring, -Si,¿ Olegario el alfarero?. -no perdone se ha equivocado ya no vive aquí, tramitaron un “ERE” en su empresa y se ha traslado a vivir con sus padres y toda su familia. -Usted perdone. (Suerte que aún guardaba el número de teléfono de sus padres)…. Bueno ya cuento con otro. 
Sin apenas tiempo para un respiro se presenta Bernardo el estudiante, parece que fue ayer cuando hacía de zagalillo en el belén, y ya ves, ahora peina veintiséis y luce una prominente y espesa barba; me comenta que ya es Ingeniero en Sistemas Computacionales, pero como de lo suyo no sale nada, está inmerso en el mundo de las oposiciones; mucho pesebre y poco grano, sonríe mientras me dedica una mirada tierna y lisonjera. 
Con el trajín, casi me olvido, telefonearé a los Reyes Magos, que con el problema de los controladores aéreos este año no podrán venir en avión y tendrán que partir ya, si quieren hacer acto de presencia el próximo 5 de enero.
Contesto por el portero automático la casi insonora llamada y espero tiempo prudencial para abrir la puerta; por la mirilla descubro el rostro de Águeda la anciana; temblorosa y discreta; con una mano apoya parsimoniosa pero estable el bastón, mientras que con la otra se agarra a la barandilla para coronar el último escalón al tiempo que exhala un suspiro; Se acerca a mí, aproxima su mejilla y me insinúa un beso de bienvenida, no hace falta que nos digamos nada, ya son muchos años, muchas experiencias, apenas me mira y se adentra en mis pensamientos; si más, se sitúa en el viejo pero robusto sillón que ocupa un lugar privilegiado dentro de mi belén. …………. 
Ahora sí, ya estamos todos; cada uno con sus ilusiones y sus incertidumbres; con sus alegrías y sus penas,… pero estamos todos, que es lo importante; surgen espontáneamente las risas y las anécdotas deambulan por el salón, incluso Joaquín el borrachín se arranca con eso de “saca la bota María”,… Este año a mi me toca representar el papel de San José y a Marian, mi mujer, el de María; quizás por inexperto y primerizo tengo un nudo en el estomago; pero en medio de ésta, mi familia y ante este elenco espectacular de profesionales, nada puede fallar.
Subo dos grados el termostato de la calefacción, contemplo por última vez la escena y no, no son las luces nuevas, ni la espectacular cuna que preside el centro del hogar;… un año más seguimos siendo el “number one” de los belenes; es algo enfático e indescriptible, pero “algo”, en definitiva, que hace que esta noche sea una noche especial; las ovejas rumian gozosas; Pablo el Pastor simpatiza con Alicia la del supermercado y hasta Águeda la anciana, tritura con agilidad el turrón con el único diente que le queda; y por supuesto Marian ha olvidado sus clases magistrales de preparación al parto y apenas se incomoda con las contracciones propias de estos instantes previos al gran momento…… 
PEQUEÑIN no tengas prisa, ven esta noche o el 15 de enero, pero eso si VEN! ………….Desde la estepa Ocañense ¡Feliz Navidad! 

10.   Imelda Pérez Delgado
Estamos otra vez, frente a un nuevo e interesante libro de IMELDA PÉREZ DELGADO.
  

 Imelda nació el año 1949 en Villambroz, (Palencia), zona de amplias parameras con espectaculares vistas y sorprendente paisaje en las cercanías de las llanuras de Tierra de Campos. Consiguió una buena formación en el colegio de las filipenses de Palencia. Tiene un especial interés por la creación literaria, preferentemente poemas y relatos. Domina a la perfección la técnica del haiku a lo que acompaña con otra de sus habilidades, la fotografía. Contacta y comparte en redes sociales con sus creaciones literarias, especialmente en foros poéticos de Facebook, donde es conocida y aplaudida por sus seguidores.  Tiene además otro libro publicado “POEMAS DE NATURALEZA Y VIDA”  donde se inicia  aportando poemas con su propio sello, amante y conocedora de la tierra que la vio nacer.

  PRIMERA PARTE DEL LIBRO: Poética versificada, plasmando ideas de la vida real, contadas con naturalidad. Gran capacidad observadora. Arranca versos del paisaje que ve, de una flor, de un compromiso, de las parameras donde está asentado su pueblo, de las limitaciones del paisaje, horizontes con montañas, de animales, fuentes y fauna.  Su técnica es bastante lograda, se desenvuelve muy bien en décimas, cuartetos, serventesios, sonetos y romances, logrando una lírica ajustada al contenido de cada poema.

 EN LA SEGUNDA PARTE, recoge una serie de RELATOS, entrañablemente curiosos, y con una gran aportación humana. describe la vida de una niña en ese despliegue desde la  infancia hasta la adolescencia; lo que ve, lo que observa y de lo que disfruta y sus reacciones 

 “Tarde de lluvia plomiza”, envuelve este relato de una tarde con truenos y apagada la luz de la casa, en la idea de trasladarse en el recuerdo a las “edades del candil y cuenta cuentos”, contado con una brillantez que acaba sintiéndose uno el protagonista de la escena. D. Lorenzo, maestro revivido en un sueño… Imelda sabe encontrar la parte humana que apuesta por la naturaleza y el mundo de las aves y animales silvestres. Una avecilla volverá al patio donde fue cariñosamente curada de una herida. La idea de salvar a un corzo de un cazador, será el premio de devolver la tranquilidad a un corazón depresivo…
TERCERA PARTE  Aporta dos cuentos, que Imelda compuso siendo una colegiala aún de corta edad. Están llenos de simpatía, en un correcto castellano, ágiles de lectura y con mensaje Indiscutiblemente los páramos y las grandes llanuras de la Meseta Castellana son un atractivo para todo aquel que disfrute con la naturaleza. También el legado de sus gentes, simpatía, capacidad de diálogo y generosa entrega... Imelda ha recogido en este libro páginas de auténtico sabor a la tierra chica,  con entusiasmo y orgullo de quien ama  su lugar de origen..

9.   Amando Velasco González 

Inauguración de la iglesia y torre restauradas
 
  Una mañana preciosa parió la noche del día veinte de agosto del año dos mil nueve. Todo indicaba que el día de Santa Inés no podía ser ya, sino espléndido. Tal marco presagiaba un lienzo muy bonito, como así fué. Nuestra autoridad dejó un encargado para tirar los cohetes, que deseaba gasajar a personajes importantes que a visitarnos venían; ya para honrar a nuestra Virgen, ya con motivo de las obras de la iglesia y torre aún inconclusas, o ambas cosas a la vez.
La misa era a las doce. Dicho sujeto subió el escalerón de la torre buscando una privilegiada situación para desempeñar mejor su cometido. Ese escalerón, que de hierro y con pasamanos ahora, antes era de madera. Dos chopos de regular tamaño y peldaños casi de legua en legua sujetos con lavos; en varios de aquellos, estos daban testimonio de que algún día estuvieron todos. Subir por él a la torre era aventura harto peligrosa, y los crios de la época de nuestro encargado, practicaron tal ejercicio de una forma bastante habitual, y no sin algún que otro percance. Al llegar al campanario,de frente al último tramo de escalera, otra vez ese medio metro de argamasa trullada, con la misma secreta leyenda, aunque más escondida por el insobornable paso del tiempo. Por un piso de tablas enclenques y desclavadas, cuan trampas de indudable genio, recorre las seis hornacinas vacias.
Estas troneras alcanzan tambien en la parte baja la misma altura, siendo muy patente la reciente restauración. Excelentes marcos son estos para paisajes cambiantes, conforme a tierra de Castilla. La mano artificiosa del hombre, ha salpicado pinceladas en estos cuadros, con esos gigantes aéreos allá en lontanaza. Al mirar hacia arriba se comprende el silencio que sufre y goza la torre. Antes herida por quienes la daban vida, ahora tranquila en su soledad. Todo el bullicio de vencejos, tordos, pardales, palomas, cigüeñas, grajillas, lechuzas y mochuelos desapareció; como el de los niños de entonces, como los mismos niños.Ya comienzan a llegar algún celebrante con algún hermano. Un alo misterioso y sublime envuelve al pueblo cuando los primeros fulgurantes truenos empiezan con estrépito a estallar. En la entrada de la iglesia comienzan a reunirse gentes engalanadas con sus mejores vestiduras de fiesta. Pronto se oyen los primeros cánticos de ensayo, a volandas de musicales notas, mezcladas con disímiles conversaciones en el exterior. Las autoridades civiles y eclesiásticas no tardan, y la gente de pronto desaparece en el interior del recinto Inesiano, tras el toque de las tres por el campanillo.
Es sacada a hombros la Niña Santa para la procesión, seguida por el pueblo. Entre los estampidos de los cohetes y los piadosos cantos de la gente principia la procesión, hasta que dos jóvenes que suben a la torre manifiestan la intención de voltear las campanas. Siendo aún posible, nuestros tres amigos voltearon la campana mediana, de eje seco y maderas mermadas, dando al momento el sainete de auténtica fiesta. Cansados ya los brazos generosos la campana calló, y continuó el estruendo de los estampidos, hasta que la querida Santa se dispuso a entrar en la iglesia, momento en el cual y sacando fuerzas de flaqueza volvió a sonar el repique de campanas.Bajaron nuestros tres personajes para asistir a la Santa Misa. Y ahí está lo mas importante de Villambroz. Llenando el sagrado lugar, los hijos del pueblo; sus vástagos y los descendientes de estos con sus familias y amigos. En el presbiterio los distinguidos hijos de Villambroz; Basilio, Esteban y David, honrando a la Santa Mártir, junto con nuestro párroco don Jesús y don Santiago. Destacar al insigne presidente de la asamblea el señor Vicario, pronunciador de erudita homilia. 
   Al terminar la ceremonia religiosa la alcaldesa-presidenta de Villambroz, la ponderada y serenísima Lucía, pronunció unas concisas y conmovedoras palabras de agradecimiento, dignas del más avezado orador. La concurrencia prorrumpió en sinceros aplausos de admiración y reconocimiento a tan elevada dama. Siguió un hermosísimo canto de ensalzamiento y devoción piadosos, lindo y esforzado regalo de mujeres activas y comprometidas a la Virgen Niña, guiadora de ese paramal. Varias muestras vivientes dan testimonio inequívoco de la devoción del pueblo a Santa Inés. Mencionar las dulces notas de algo parecido a órgano, y la privilegiada garganta de timbre angelical encumbrando el acto. Los últimos cohetes marcarían el final de la ceremonia religiosa, y el principio de los corrillos de utoridades que con asombro sincero pululaban por los alrededores, contemplando as importantes obras realizadas, y escuchando de las que restan, que necesitan emás de voluntad financiación.
El señor Delegado Territorial de Palencia don Jose aría, causó honda impresión. A su favor resulta cualquier retrato de su ersonalidad.Y es que la llaneza, la humildad, la cordialidad sicera y un trato fable entrevé una personalidad perspicua y atrayente. Mientras tanto los rayos de sol caían a plomo en el emanso del cementerio viejo. Atento estaba el señor Vicario a los negocios undanos que allí se tratan. Y el señor alcalde que con semblante afable y onachón participa con interés del grupo. En el rostro del párroco don Jesús igo se podía leer en todo momento la situación por la que atravesaban, tal era u expresividad.
Y para el final dejamos al reverendo don Juan Antolín para agradecerle sus trabajos y desvelos como se merece. Guía spiritual tambien de la obra es su máximo adalid. Empezó medio diciendo cosas, ablando y no queriendo decir nada sin enterarnos ni comprendiendo cosa alguna, mulando a la casta política. Hasta que un buen día habló claro y dijo: hay que acer esto, tenemos este dinero y falta este. Como la Junta Parroquial estaba epresentada por la sin par Tere se aprovecha para agradecer sus altruistas servicios,Y como la hora del blanco ya era con creces, toda oncurrencia se dispersó; las autoridades al aperitivo preparado para ellos, y os demás cada quien a donde buenamente podían. Con el fin de la mañana llega l de este honesto relato.
Vllambroz  2010

8.   Angelita Delgado Fernández

HERMANO EMERIO DE JESUS, MARTIR

     Después de todo lo que habéis mandado en Internet sobre nuestro mártir, Emerio de Jesús, quiero unirme a vosotros para decir algo de su vida y su niñez en Villambroz, aquello que mi padre me contó. Mi padre, Nicereto, era primo carnal de Alejandro por parte de padre. Desde que era niña me hablaba mucho de él, de lo bueno que era y lo mucho que se querían. Alejandro tenía unos años más que mi padre y por eso este no se separaba de él y bien le demostró el afecto que le tenía porque a tres hijos varones que tuvo les puso su nombre: los dos primeros murieron, el tercero gracias a Dios vive y lleva con orgullo el nombre de religión de nuestro mártir.
      Mi padre me contó muchas cosas de las que vivieron juntos como primos, alguna de ellas quiero compartirla con vosotros: el día de Año Nuevo recordaréis que se iba a casa de los familiares a por el aguinaldo, Alejandro y Nicereto iban cada año a casa de un tío de ambos que era ciego. Este, aquellas Navidades, había castigado a mi padre sin aguinaldo porque era muy travieso(los del pueblo ya lo conocisteis), al contrario que Alejandro; pues bien Nicereto acudió solo a por el aguinaldo y se dirigió al anciano imitando la voz de Alejandro, algo que debió hacer bien porque el tío le creyó cuando le preguntó “¿Quién eres Alejandro o Nicereto? porque para Nicereto no hay nada…” Mi padre respondió: “Soy Alejandro”. “Pues coge los aguinaldos que hay sobre la mesa porque tú sí que eres bueno, no el otro que es un pillo y me tiene muy enfadado” Marcha mi padre todo contento y acto seguido se presenta Alejandro, ahí se descubrió todo. Alejandro por su bondad, humildad y sencillez fue santo desde que nació.
      Otra cosa que mi padre me contó fue que antes de la guerra Alejandro vino al pueblo a pasar unos días con su familia. Al tiempo de marchar le aconsejaron que no se fuera, que las cosa estaban muy mal y podían matarle, a lo que él contestó: “Mi sitio está allí y allí debo de ir pase lo que pase” Y se fue al encuentro de la muerte, demostró su fe con todas sus consecuencias, todo un ejemplo de santidad.
      Sobre su proceso de beatificación sé lo mismo que vosotros, yo también me he interesado por esta causa desde que murió mi Tío Vitorio cura de Lagunilla de la Vega y primo carnal de Alejandro. El fue el primero en investigar este asunto. Cuando mi tío Vitorio murió me entregaron una carta, bueno restos de ella porque estaba muy deteriorada. Podía leerse a trozos que le daban esperanzas sobre su beatificación y le aconsejaban que siguiera en la brecha. Me puse en contacto con el hermano de las Escuelas Cristianas Valentín Vilana que llevaba este tema desde Granollers, allá por el año 2002. Nos escribimos algunas cartas y hablé con él por teléfono y así me enteré de todo lo que vosotros habéis puesto en común en el blog. Llegué a la conclusión que al no saber la fecha exacta de su muerte y el lugar en el que está enterrado no hay beatificación. Lo último que sé es lo que me contó un hermano de la Salle que tiene la fotografía del lugar en el que se cree que está enterrado, en el barrio La Torrasa ,que la fecha de su muerte fue el 27 de diciembre de 1936; si me hago con la fotografía la enviaré y todo aquello de lo que pueda enterarme.
      Encomendémonos a nuestro mártir para que desde el cielo nos proteja. Quiero dar las gracias a mi padre que desde niña me enseñó a quererle.

Angelita Delgado Fernández
 (prima 2ª del Mártir)    
5 marzo, 2013 

7.   José Delgado García. O.P


SALVEMOS LA COFRADIA DE LA CRUZ

Fundación de la Cofradía de la Santa Cruz  Villambroz 1774

   Con la construcción de la iglesia y parroquia de santa Inés, partiendo ya desde principios del siglo XVIII, por haberse quemado el 2-Agosto-1694, parece que no cambió esencialmente nada en el pueblo; aparte de que se distinguía más la separación de las cosas del pueblo de las de la iglesia; fenómeno que ya se empezó a notar a finales del siglo pasado.
Aún en esa época la Cofradía del Rosario seguía influyendo por medio de su Abad (el párroco) y su mayordomo. Por lo demás como en esa época aún no había ayuntamientos ni alcaldes, sino solo consenso de vecinos, entre los cuales estaba el párroco y su mejor ayudante el mayordomo(los cuales solían ser los de más autoridad) el pueblo giraba aún alrededor de la iglesia. El año 1768 llega a Villambroz como párroco, D. Tomás Escapa. 
A los pocos años de estar en este pueblo, D. Tomás Escapa instaura una fundación devocional nueva que resulta ser para el pueblo, en adelante  revolucionaria: el establecimiento de la Cofradía de la Santa Cruz. El pueblo de Villambroz, que probablemente desde fines del siglo XV, había estado adherido en la mayor parte de su población a la cofradía del Rosario, ahora por el grupo que se iba destacando más en el año 1774, un día de ese año D. Tomás Escapa reunido con el pueblo en la sacristía de la iglesia, nombra un mayordomo propio bajo la autoridad del párroco, y se funda o establece canónicamente la Cofradía de la Santa Cruz. 
La Cofradía de la Cruz empieza a tener mucha preponderancia en el pueblo, porque desde que se fundó mostró una gran actividad religiosa. Esta cofradía invirtió mucho dinero en la promoción del culto de la parroquia. Se celebra con gran solemnidad la Semana Santa llamándose a predicadores especiales para ello; entre los que se encuentran algunos dominicos procedentes del Convento-Estudio General de Ntra. Sra. la Real de Trianos (León). Se celebran las dos fiestas de la Santa Cruz, la de Mayo y Septiembre; con misa solemne y procesión. Luego comida de hermandad de todos los cofrades. También se ocupa de la organización religiosa en las fiestas, sobre todo de los objetos valiosos de la iglesia etc.etc. 
También D. Tomás Escapa, puso la Cruz de piedra que tenemos delante de la Iglesia (Ya dicho en otros momentos en la página de Villambroz) D. Tomás Escapa fue párroco de Villambroz desde el año 1768-1819, en que renunció a la parroquia, pues se encontraba muy viejo; y murió el 20 de Mayo de 1823. Dejó todo su patrimonio, que debió ser bastante, a la iglesia de Villambroz, y se abrió un nuevo Libro parroquial titulado: “Monte Pío de D. Tomás Escapa”. Cuyo manuscrito aún se conserva en la Parroquia de Santa Inés de Villambroz. Según las referencias de los libros parroquiales, en el siglo XVIII fue para Villambroz un siglo de mucho incremento y actividad de piedad religiosa. Todo ello como si fuera una disposición providencial de Dios, para afrontar las difíciles circunstancias históricas que hubieron de soportar durante el siglo siguiente.

6.   Fernando González Barrionuevo

LAS CAMPANAS Y LOS NUBLADOS

 "Nadie hay que sienta mejor su labor hecha que el labrador que, antes de la cosecha, visita sus campos, ni que con mayor derecho espere sus frutos".

Yo también, aunque modestamente, participo de este título por aquello de: "no será de esta región, quien no tenga un terrón" y me gusta verlo, aunque la renta sea siempre la misma. Es un placer que heredé de los mayores.
Cuando llegué, esta vez, me dijo mi tio.- Se ha perdido "la siembra" en las avenas; son las que más les afecta.
-¡Vaya! Siempre tiene que llegar algo-. Le dije.

-Esto de la agricultura dá muchos disgustos-, me contestó.

-Ya no tocan las campanas cuando viene un nublado?
Dicen que eso ya no se usa, que para eso están los seguros; viene el perito y cuenta las espigas rotas que hay por metro cuadrado, pone los descuentos y al final: agua de borrajas.
¿Quien no lo recuerda? Se tocaban las dos campanas grandes.
La primera, la más aguda decía: Ten-te-nu-be
La mano izqda, (mas grave): Ten-te-tu
Aguda.- Que-Dios-pue-de
Grave.- Más-que-tu.
Y se repetía así todo el rato.
Cualquiera iba si era necesario y tocaba bien, aunque siempre había más expertos como el abuelo Francisco o el tio Froilán.
Nunca apedreó, pero esto no es exclusivo de nuestro pueblo, en algunos otros también se hacía con el mismo resultado: Se abría encima la nube y se iba la mitad para cada lado; un milagro según algunos, inexplicable según otros, el efecto del sonido sobre las nubes?... Que la ciencia hoy tan avanzada y, si tiene a bien, nos lo explique.
Cordialmente.  FGB
5.   Esteban Pérez Delgado

Como hito en la Cañada real oriental leonesa

 Dos siglos después, lo que era inicialmente un hospital, se transforma , cuando la reconquista del territorio está ya más allá del rio Tajo, en poblado –que no tiene todavía el nombre actual y que es nombrado como “Cabannolas”, diferenciándolo, así, de Cabañas. Dice una compraventa de 1183: “vendemos la mitad de la villa de Cabañas, del alfoz de Saldaña, que limita al norte con la villa que llaman “Cabannolas” -cabañas pequeñas o de ganado menor-, al este con Bustocirio, al sur con Calzadilla y al oeste con Valleiera y Ledigos”. Este escrito de venta está avalado por los concejos de: San Martín de Cueza, Lagartos, “Cabannolas”, Bustocirio, Calzadilla, “Valleiera” y Ledigos.

Podemos pensar, pues, que Villambroz nace al lado de y sobre la via Toledo-Liébana, pero se desarrolló como villa en la coordenada de la Cañada Oriental real leonesa, al amparo de la Abadía de Benevivere, que colonizará todo el territorio del páramo, puesto que la abadía tuvo propiedades hasta en Riaño ( Fernández Catón, 1999). Estas poblaciones son las que van a dar el nombre a la primera cueza, que nace cerca de Villosilla, y desemboca en la Cueza de Calzadilla, pero siempre llevando el nombre de “Cueza de Cabañas”.

Dos siglos después, en el siglo XIV, aparecerá ya con su nombre actual. En el Libro de Behetrías consta , como tal, Villambrex o Villambroz. Es también ese el nombre que recibe en el libro de Presentaciones de la diócesis de León, donde se nos dice que el concejo de la villa es quien presenta el candidato para cura del pueblo. La parroquia tiene entonces como patrono a san Frutos (todavía no es santa Inés), patrono de Segovia, conocido y celebrado por su oposición a la invasión musulmana. El fuero de la villa de Sahagún fue dado por Alfonso VII al priorato de san Frutos (Segovia), y es posible que de ahí procediera el patronazgo de san Frutos sobre Villambroz Del siglo XV son también algunos textos curiosos y desconocidos por la mayoría de los habitantes de nuestros lugares. Se refieren los dos textos al campo de Tordillos (hoy de Terradillos) y de Valdesaugo (comprado por Villambroz), pertenecientes en aquel entonces al convento de Trianos muy cercano a Cea. Rezaban así señalando las condiciones de arrendamiento a la villa de Terradillos: “Que los cortes (de leña) sólo se puedan efectuar de seis en seis años, cuya primera corta deberá hacerse desde la ladera del valle de Barriquera hacia Lagartos, y pasados los seis años, la otra corta de la ladera hasta la raya de Villambroz”. Ese campo “tiene por linderos los términos y casas de Terradillos, de una parte, y los de Ledigos, Villambroz, jurisdicción de Saldaña, Villambrán, Lagartos y Villorex, de la otra”. (De la Fuente Crespo, 2000, nº 353 y 355).                                                                                                                                    

4.   David Ibáñez Caminero

MI TORRE FAVORITA. Antes y después de entrar en "quirófano"
            

Desde una prudente distancia, con la seguridad añadida de dos pilastras en su cara oeste, contempla mi torre favorita la infancia del río Cueza con actitud displicente y burlona en verano y con inquietud y disgusto en las crecidas del invierno.   Seis troneras, cortadas en la parte superior de sus robustos muros, se intercambian postales repetidas sobre los terrenos del entorno en los colores verde, marrón y beige de siempre. A través del ojo fisgón de buey, situado en la parte inferior de la fachada de poniente, bancos y retablos del templo conversan sosegadamente con el sol de la tarde sobre infinitud y transcendencia, unas veces, sobre luz y temperatura, otras. Reúne mi torre favorita, como algunas hermanas del páramo, la austeridad del canto, el mortero y el ladrillo, así como el lujo (para estas tierras) de la piedra en esquinas y cimientos. Son materiales que comparte con su iglesia, adoptando una misma piel y formando un mismo cuerpo, en peculiar relación que supera la simple hermandad.
Corazones tan piadosos como sensatos y altivos quisieron, tres siglos atrás, que mi torre favorita fuera, a la vez, exhibición humana frente a la llanura, sin exceso en el adorno; plegaria de gratitud y gemido, de aleluya y ruego a la Providencia; referencia física y horaria; símbolo que representa a la villa, autoridad que pastorea sus construcciones y vigilante que asegura reposo y silencio en el cementerio contiguo; ojo y garganta, catalejo y pregonero de las escasas novedades del discurrir cotidiano; coral y monaguillo en bautizos, bodas y funerales, o sea, en momentos en los que la vida se manifiesta o desaparece entre emociones solemnes.
La severa pedagogía del clima ha transformado poco a poco mi torre favorita en apéndice y prolongación de la tierra, es decir, en parte misma del paisaje parameño como cualquier chopo, ladera o arroyo. Los latigazos de la lluvia y heladas invernales, así como el persistente aguijoneo del sol de verano, han curtido su piel, dejando un acabado en liquen verde-gris, alternando con el marrón de los cantos, y han convertido en irregulares los ángulos de esquinas y troneras. A través de estos conductos y oquedades, de los arañazos que se hacen visibles entre ladrillos y demás elementos por la pérdida de mortero, ensaya el viento, en las jornadas de mayor tristeza y melancolía, canciones sosas, repetidas y sin sentido que ni asustan ni llaman la atención.
   
  Disfrutaba antaño mi torre favorita, en los días de procesión y cohetes, con el diálogo jubiloso de sus dos campanas, invadido a veces por las discordantes intervenciones del esquilo. En otros momentos le servían de distracción el jolgorio y ajetreo diarios de mozos y chiquillos, cuyos planes y travesuras conocía y guardaba en secreto con forzado disimulo. Hoy en día, debido a la escasez de juventud que suba volando por el escalerón, ya no puede ofrecer aquellas lágrimas negras de bronce amigo, ni el pausado, entrañable y pesaroso recordatorio, que servían para anunciar a todos los vecinos el turno para el pésame y la solidaridad con algún hogar dolorido. A falta de todo lo anterior, mi torre favorita debe conformarse con silencio y soledad o, como mucho, con los ruidos estridentes, primarios y rockeros de vencejos, gorriones y cigüeñas, que han establecido allí sus nidos sin más contemplaciones.

Algunos visitantes, que desconocen la naturaleza del páramo, suelen decir que mi torre favorita no es alta, ni bella, ni famosa. Yo les repito, sin demasiada esperanza pero recurriendo a la rima, que no necesita ser alta, pues en la llanura con dominar el propio territorio ya basta. Que no necesita ser bella, pues nació para ser torre y no “estrella”. Y que no necesita ser famosa, pues la conocemos y queremos sus vecinos, que no es poca cosa.          
(Octubre 2008)

3.   Argimiro Velasco Delgado
"Vamos a nidos!"

Los meses de mayo y junio eran especialmente apreciados por los muchachos que todavía tenían la suerte de poder asistir a la escuela (¡aunque para algunos más que suerte la creían desgracia!, que de todo había). Y es que muchos, a los nueve o diez años, sobre todo en las estaciones de buen tiempo, se veían obligados a ir de pastores o, particularmente en primavera, a ayudar a sus padres a sembrar primero y excavar después «los tardíos» (garbanzos, fréjoles, alubias, lentejas, muelas, etc.), en La Nava de arriba o en la de abajo y en La Cueza, según «la hoja», es decir, en «la de abajo», cuando estaban sembradas las fincas situadas al sur de la carretera y las de La Cueza, y en «la de arriba » cuando se sembraban las fincas de la parte norte. 
Mayo y junio eran los meses en que todo el campo verdeaba y se engalanaba con una explosión de flores de todos los colores y formas. Los centenos crecían a toda prisa y muy pronto sobrepasaban la estatura de los chicos más altos y nos permitían ocultarnos fácilmente cuando jugábamos «a los ladrones» (lo del «escondite» era cosa de chicas, y por entonces no sabíamos nada de «policías»). Pero sobre todo eran apreciados y esperados porque en ellos la naturaleza toda se veía envuelta y como inundada por una auténtica sinfonía de trinos y cantos variadísimos, que desde las primera luces del alba hasta bien entrada la oscuridad de la noche lo llenaban todo.
Eran los cantos de los innumerables pájaros de toda especie, de todos los tamaños y de todos los colores, que por entonces poblaban nuestros campos. No habían llegado todavía los herbicidas ni los pesticidas. Sietecolores, almagradas, golloronas o alondras, jauleras, cocotonas, rateras, corresenderos, azuleras, escribidoras, etc., por no citar más que algunas de las más pequeñas. Y todas hacían sus nidos, ponían sus huevos y criaban sus polluelos... cuando tenían la suerte de no caer en nuestras manos o de gozar de nuestra protección. Conocíamos el refrán: «Marzo, nidero; /Abril, hueverín; / Mayo, pajarero;/ San Juan, volandero; / Santa Marina, ¡tírales de la rabina!» (San Juan, 24 de junio; Santa Marina, 18 de julio, la fiesta de Villambrán). Y sabíamos a qué atenernos.
Por entonces, claro, el viejo «arado romano» —o «de madera», que decíamos nosotros— sólo se utilizaba ya para sembrar las patatas o «aricar» los titos y las lentejas, pero todavía tardarían en llegar los tractores. Se utilizaba el arado de vertedera, más eficaz que el de madera y mucho menos efectivo que el tractor, naturalmente. Por eso en las fincas abundaban los corros de matas con robles, zarzas, espinos, argomas, etc., y entre las fincas, ese encuentra uno solo, ni siquiera para tener el legítimo gozo de contemplar y admirar en ellos el milagro de la vida. Sería magnífico que entre los jóvenes de hoy —los pocos restantes en el pueblo y los muchos que viven fuera, al menos cuando vuelven para las vacaciones— surgiera un movimiento de reacción y una voluntad comprometida de trabajar por la recuperación del tesoro perdido: perdido, pero no irrecuperable. Otros, trabajando seriamente, lo han logrado en sus pueblos y comarcas. ¿Porqué no nosotros?


2.   Angel Rejón Pérez

 El convento de Matalaorilla

     A Villambroz lo amanece Dios allá por las eras.. Un día de primaverade 1950, un sol con ganas de pedanía doró, sin incendiarlos, los pajarones de intemperie que encontró al paso,, acribilló los túneles que habíamos hecho en ellos los niños como buscándonos y se estampó en seguida en las bardas de levante. Los gallos, muecines de corral, pregonaron llenos de razón la poligamia del día; las "pulas" fueron dejando el gallinero el gallinero en imperfecto estado de revista y, ordenadamente, unas hacian los patios y molederos mientras las más responsables tomaban Ia vez en los niales.
     Los conejos asomaron sus orejas desgarbadas en  Ia boca de sus huras y con un gesto obsceno. En el hocico se volvieron a lo suyo. EI ganado mayor esperaba. sin mover un rabo, órdenes concretas y algunas atenciones: alivio de collares y cabezadas, atusado de pelo y sobre todo –esto era inncgociable- que les alzaran las persianas y les airearan la alcoba: hasta los virus se ahogaban ya con el vaho y las flatulencias de segunda mano.

     Los gochos seguían derrotados y atravesados  en Ia celda de castigo como en el mismísimo edén, por el aplomo de sus sus ronquidos, la diana de aqual dia era filfa para ellos, y tenían la decisión de continuar en las mismas hasta San Martin.
     Las contadas ovejas con derecho de pernoctan en el pueblo, brindaron suavemente con sus cenccrras como en días de viático conocida en la unanimidad gremial de estas benditas, que por nada del pueblo harían de menos a sus elaccs sindicales, aquellos bravos carneros que se rompían el alma, -y los cuerpos- por ellas, y las eosperaban ya con los mandilones puestos en las majadas del monte.
    Los humanos pastoreábamos aún, con desigual fortuna nuestros particulares sueños; los nenes se trabajaban la cuna, mordisqueaban con fruicción la chupa rezongando idiomas y mascáandose un pls sublime en los ropones, último servicio de las capas aguaderas de nuestros abuelos. Los rapaces ya empezábamos a vadear este valle de lágrimas e intentábamos componer algún quebrado imposible, acorralar al “Pi menos R” en un círculo evanescente, como pedrada en un tojo, ¿para qué hablar de aquellas ensoñaciones freudianas en las que seempre te c descalabraba la misma chavala…?
    Los hombres desatascaban los carros o rcparaban la vertedera con los santos ya en la gorra. Nuestras madres, en fin, se afanaban con el azulete y la taja, y eran apenas un susto pegado a un delantal pensando en las morcillas, al vestuario y la manduca de sus alevines.
    Pero había algo de premonición en aquel amanecer, porque el anuncio del “Nitrato de Chile" en la esquina de la cantina del baile, con sus dos cowboys, pecosos ya por el óxido a corros, andaba a lanzadas de luz, haciendo guiños extraños de semáforo e invitaba al tráfico no se sabe a quién a aqucllas horas: optimismo puro, salvo a romeros liados en pleno paramo, o a alguno de aquellos arcángeles de la Biblia en busca de pecadores. Lo más chocante, con todo, era el fuego cruzado y fisgó entre los cristales de la escuela y los ventanucos de las casas fronteras, mal avenidos con las ordenanzas y con humos de aspillera de torreón. En la cscuala se iba a cocer algo.
     El sol, de un volido, se plantó al otro lado del pueblo; se ahogó antes lo justo en el pozo de la plaza, pasó sigilósamente sobre los tejados y se desesperó ante la orgía de planos, formada por cumbreros, tenadas, cuadras, horneras y humeros, hizo una reverencia en la torre colándose por las troneras y, tras organizar el orfeón de las ranas del Pozonagro, qya esperaban con su chicle en la boca, trepó los majuelos de los cascajos atropellando las sombras; y alli aparcó. Se constituyó en cronómetro local (“‘mira a la tronera, hijo, que debe ser Ia hcra de tal cosa.,!") y pareció dedicarse, por fin, al Páramo en su conjunto.
     Amanecidos estábaos, pero no madrugados como para medrar. A la tramoya y los efectos especiales le seguía ahora la función del gran teatro del mundo hecho pueblo, en sesión continua y con actores de la cantera local. La caracola del pastor comunal voceó acampada,

libre para terneros y potros, vacas de desguace, mulas y caballo con mataduras de pronéstico rutinario y, en general, ganado de la tercera edad. Acudian también yeguas y vacas gestantes. y toda pezuña con día libre o en paro ocasional. Punto de encuentro, abonado opcional y orden del día en los prados de las huertas: la costa natural de Villambroz. Los burros, en peña aparte, abrían la marcha con el jolgorio habitual, y el conjunto desaparecia por la Cueza arriba en busca del "pienso Iuego existo".
     Las Fuerzas productivas hacían hervir de actividad las calles, los caminos y los campos; el sebo de los pastores competía en aromas y diligencia con el romero cle los labradores de la copla. El tio X bajaba ya un carro de abono con el buje a grito limpio falto de unto, la pareja de tudancas se hacían la contra a un lado y otro de la vara de tiro, y el dueño a varios pusos por delante como si el jaleo fuera de otro, de cuando en cuando se volvía, rejoneaba a Ia yunta y "bendecia..." a las vacas, por Io bajo, con jaculatorias de capellán. Una carretilla anónima, con dueña embozada en una especie de burka, arrastraba un cesto de chochos Costanilla abajo hacia cl Pozonagro; la rueda, desahuciada ya de la geometría. resbalaba más que rodaba en las boñigas recientes.
  El fresquero abrió pronto la lonja de dos ruedas en la plaza y el cacharrero acampó en el rincón de costumbre, cuando el esquilo de la torrc tocaba ya la primera; tiros iba a haber aquel día por los pregones, y el "confiteor" (me confieso) de la Misa -a quince céntimos y en latin de La Cañada- seria ronroneado sin remedio por algún monago del banquillo. ¿Nos perdonaría Dios aquel dia?
  Un asno y su caballero tomaban cl cnmino de Villambrán; el animal iba diligente como si llevara una brasa bajo el rabo; el pastor ocupaba el descansillo de atrés, justo ce cl precipicio de las zancas, como si llevara billete reducido o se hubiese montado a pedal y de urgencia; no lo parecía, pero formaban pareja solidaria en la empresa de más empleo del pueblo. Y ¡atención a la estampa!, porque la cosa va de corrales y, subidos ya a la metáfora, quizá tengamos que hablar más delante de abades, visitadores de los cenobios del monte.
  El futuro de Villambroz, con faldita y pantalón como, enlilaba ya la escuela inundando el callejero, salíamos por camadas, hoy diríamos por genalogías, conocida la panoplia nobiliaria que nos gastamos en la Web. El entrañable cabás compartido y cargado de reyes godos, silabarios, pizarrines y plumillas de gancho última generación; los pantaloncitos con sus tirantes y petos, reciclados siempre en ordcn descendente contra el hermano menor; los "votidines (vestidines) con tiratas" de las nenas, los flequillos, coletas y lacitos unidos en los “camerinos" de nuestras madres, coloreabun la mañana, camino del “campus" en plan Somosaguas. Había mucho pueblo en las caras, pero también sonrisas de oreja a oreja y el mundo entero en las miradas.
  Y allí estaba ya el Dios del Páramo en Ia escuela con Ia sorpresa del dia: un fraile con sayal pardo de pliegues rectos como tablones, una especie de zurriago bien trenzado y anudado a la cintura, y Ia tonsura en la cabeza del tamaño de una trilla. Se daba un aire a Tobías, pero sin sseñales… de vencejos incontinentes en los ojos,al revés  protegía la vista y una cicatriz inquietante en el hemisferio izquierdo, con unas gafas de Iupa y montura a lo Woody Allen.
   Nos venía Dios a ver en forma de un sabio y de un santo en sandalias. Él mismo se presentó como enviado de! Altísimo en busca de obreros para su mies, pescadores de almas y pastores de hombres, y acumuló enseguida lo de Ia viña del Señor y la buena simiente. La verdad, nos aturdió un poco con tantas especialidades de empleo en la casa del Padre, acostumbrados a la unidad de producción en las nuestras, en las que nuestros padres sacaban tiempo, además, para cavar unas buenas raíces y hacernos a los niños una piuca, una carraca, una nita y unos chócolos con sus tachuelas para resbalar en los charcos. Él andaba subido a Ia alegoría como un Fenelón, y al no apearse de aquel género Iiterario a lo divino, nosotros, en nuestro colodrillo, traducíamos todo a la jerga de La Rapa; nos manejábamos mejor con términos como agosteros, temporeros de uva negra y pastores con zurrona; teníamos claro, además, que el fallo de Ia simiente mencionada se debía a algún sembrador incompetente o tacaño que no la sazonó bien con piedralipe en su día. 
   La cosa es que la Señorita asentía complacida a toda la homilía del fraile, y eso nos daba entera confiana y nos hacía cabecear a nosotros tabién: conocida es la devoción que la profesábamos sus alumnos.  A los 11 años y en esa época, la posible vocación religiosa debía andar (en general) un poco socializada entre las personas que nos querían: nuestros padres, el cura y Ia maestra; los niños éramos los depositarios y se nos suponía alguna inclinació. Pero esta "Seño" acumulaba en ella la vocación de todos nosotros. Siempre la queremos por eso, por su gran estilo personal y por el primer plexiglás bien llevado en Villambroz.   Nuestros hermanitos -tantos niveles como críos- empezaban a "decorar" el mobiliario por su cuenta, se aburrían a falta de progresos en lo que se parecía a un casting, y arremetieron con la tabla del siete, con "mi mama me mima" y con "Machichaco en Vizcay"; de cuando en cuando nos jaleaban como a obispables, a quienes en el besamanos se nos había destacado ya entre la estufa y la mesa de la maestra. El religioso, en un buen reflejo, serenó la subversión de los infantes, repartiendo unos caramelos de café con leche entre los más exaltados: los pobres se fueron apaciguando con las mandíbulas soldadas y pugnaban por deshacer la golosina en la boca y respirar.
    Era el momento de decirnos claramente que podíamos llegar a ser sacerdotes de Cristo como él. Y lo puso tan al alcance, que alguno se sobresaltó y temió que nos ordenara "in sacris" allí mismo. Distribuyó entre los aspirantes un folleto con un diálogo para ser aprendido de memoria y nos mando sentar; contenía un trato entre Satanás y un tal Julio, que queria vender su alma al demonio colorado por unas faldas imposibles. Llegado el cierre del trato, Satanás no compra el alma a Julio porque -según dice el muy ladino- en realidad ya es suya.
   En diez minutos, un examen oral. El frailñe, entre tanto, preparaba un estadillo de calificaciones por conceptos; memoria, comprensión, expresión, talento, motivación, uncion religiosa, informes, cuota y colchón. En estos dos últimos capítulos solían naufragar los acuerdos entre el reclutador y la familia, si se llegaba a esta parte del proceso; no se entendía bien en la pedania que los padres de un futuro ministro del Señor, canónigo como poco, seguramente misionero en Molocay, codicia de una timba de hechiceros canibales en Java, o blanco de flechazos y mandobles entre los indios Motilones del Brasil,  tuvieran que cargar con un colchón y pagar, encima, la manutención de su hijo y el IVA. No fue el caso esta vez.
   Nos llamó el monje y nos puso en corro. La prueba era un éxito y se veía  satisfecho anotando dieces a mansalva en memoria y desparpajo. De allí podia salir un fururo Capítulo General completo para la Orden, si no se torcian las cosas. Había que ver las modulaciones de voz que asignaban algunos a los personajes del diálogo, según el particular criterio y simpatía hacia ellos. Se pasó enseguida a la comprensión, y aqui se notaba la penuria en comentario de tcxtos - más bien barbecho-, en el Alma Mater de las eras. Aun así, sería sabrosísimo transcribir los improvisados alegatos de los niños de Villambroz en los años cincuenta: Julio quedaba de pardillo, perillán y rijoso; Satanás, como un mala sombra y astuto, y además -dijo uno- "le estaba bien lo de los cuernos y el rabo"; hubo quien -ya lanzado- se atrevía con las faldas de la prójima, hasta que le cambió el tercio el fraile. Poco a poco se quebraba la sinfonía en la aclitud de los candidatos y en las notas del cuaderno, y empezaron las evasivas y las respuestas lacónicas a las pregutas concretas. Alguien en su turno dijo, escuetamente y a su modo, que "el papel quería decir que el alma ni se compra ni se vende", daba muestras de impaciencia y al apremiarle el reclutador con mas precisiones, si queria ser santo en su convento, le espectó socarrón: "a mi lo que me espera es el convento de Matalaorilla” y enfiló los pupitres del fondo. Con aquella decisión autónoma y respetable de un niño, hasta una treintena de corrales del monte cobraban, en aquel momento, una nueva dimensión.
   Llegados a este punto, debo advertir al lector que los sustancial de esta historia es real y estamos vivos aún (espero) los protagonistas de la misma; tengo el mayor respeto por la institución del religioso reclutador, por mis amigos de infancia y por las personas adultas aludidas (que no nombradas), en sus personas, empleos, y actitudes vitales. El tema de fondo --la llamada inicial a un estado superior de renuncia personal, de servicio y de elevación espiritual-, no pretendo banalizarlo en absoluto.

   En situaciones muy similares a la descrita -con un poco más de privacidad quizá-, arraigaron espléndidos mayos a las puertas de las casas, orgullo de sus titulares, de sus familias y del pueblo entero. También fueron causa de opciones de vida diferentes en una especie de “efecto salida”, auténtica oportunidad para algunos; y ¿por qué no?, ratificaron a muchos en la tradición laboral honrosa y secular de ese pueblo que nos ata, con una querencia difícil de explicar; a los nacidos en él. La socarronería y el desenfado en el estilo, sólo pretenden hacer un poco más digerible y divertida esta estampa de Villambroz. Alguien ha dicho que "un relato es como una carta que su autor se escribe a si mismo para contarse cosas que de otro modo no podría averiguar". Me muero de ganas por recibir ésta.

Dicen los cronistas locales que nuestros corrales del monte ya son historia; entonces quiero reabrirlos idealizados ahora en conventos. La nueva perspective la refleja otro niño distinto que, casi a renglón seguido de la escena en la escuela, ejerció de "obispillo" auxiliar en el Páramo de San Martín.
   Por la mañana, las 80 discípulas se te arremolinaban a la puerta de la entrada como para preguntarte algo que olvidaban pronto, te miraban embebecidas, aportaban su abono sin complejos (lo uno y lo otro…) y se apretujaban a la salida como si aquel dia se fuera a terminar el monte o a apagarse el universo. Reaccionaban al oir sus nombres; alli estaban la Lucera, la Casilda y Dª Perfecta, celestinas de un hato que pacía concentrado en aprenderse el verde de memoria. Todo se hace al aire libre en el campo: se nace, se retoza y se ama, pero se sufre y se muere a destiempo y sin enfermedad; no hay churras viejas alli: esta es la tragedia del monte. A los colegas , "monjes" ya profesos, se les leía la vida en los surcos de la piel como huella de un cilicio de sol y de viento. Habia oficio y dedicación en la búsqueda de las mejores hierbas y las aguas más claras para sus rebaños.
   La conjunción admirable entre lo humano, lo animal y el entorno natural proporcionaba experiencias y estados de ánimo inefables, dignos del Canto al Sol de San Francisco (ghermano lobo!) y de aquella “Arcadia feliz"  de los clasicos. Caramillos, zampoñas y llautas de Pan de la poesia bucólica, tenían aquí marca de origen en los vasos de cuerno labrados a navaja, en las imitadas gárgolas de las cachavas y en las monedas de real, transformadas en anillos para las Amarilis y Galateas del pueblo.
   Pero el "obispillo“ ni siquiera posrulante era en aquella Orden de Villafrades; en realidad sólo estaba jugando a su primer destino de ocasió en la vida. Cuánta soledad y qué infinita nostalgia del cariño distame sólo 3 Km. No deberían consagrar "abadines" tan tiernos, no se debería hurtar a nadie su infancia. Con la puesta del sol arrebolando el cielo, llegaba el recreo ansiado pero huérfano de aula y sin goce; y en el encierro y recuento de las churras se producía de nuevo un cruce inquietante de miradas entre la candidez de ellas y el desamparo de él.
   En los corrales, ya repletos de ovejas, también se balaban las Horas. "In manus tuas, Domine..."; ellas querían decir: "mejor en las manos de Dios que una saca dle corderos y machorras“.  Sin embargo, el Páramo no estaba solo; por allí quedaba "gente” de medio techo, de hura y de intemperie.
   El atardecer y la noche denunciaban que el Creador cuidaba de otros pucheros, que andaba vistiendo a los recatados brios, a los tagarnios y a los gamonitos del Corpus, y que repartía osadías nocturnas por doquier. Por allí, el lamento o la serenata del alcaraván a la alcaravana vana navegando por el aire. Por allá, el coreche seductor de la perdiz. Veredas tortuosas, señalizadas de olores propiciaban encuentros de esa gente menor angazapada y de a pie. Allá va una liebre con sus lebracos camino de la movida noctuma y de su particular botellón en los chochales.
   Alguien vuelve a la casa de su amo como despeñado del mundo, pisando su propia sombra deformada. Y pensó que todos aquellos seres que iba encontrando, buscaban la felicidad a su modo, que ésta tiene diversas moradas y que hay que intentar dar con la propia. Todos tenemos nuestra casa, nuestro convento o nuestro Matalaorilla.


1.   Basilio Velasco Delgado

 

VILLAMBROZ. El poder de un pasado rural
Basilio Velasco Delgado
Ed.megustaescribir. páginas  592,  PVP 19,95 Euros
Sevilla 2017

Para que el recuerdo de nuestro pueblo de Villambroz no se diluya en el olvido absoluto, el conjunto de los 205 retazos rurales aspiran a ser una historia novelada, con ciertas tildes sociológicas y moralizantes, asi como con algunas salpicaduras de sano e ingenuo humor. Los múltiples personajes que aparecen en las sucesivas escenas, conforman al protagonista único, Villambroz. No esperes encontrar en ellos relumbrantes hazañas. La vida de estos antepasados transcurre dentro de los parámetros de la sencillez y la normalidad. Pero esto no excluye que aquella gente tuviera una vida plena de valores morales, mezclados, claro está, con las miserias propias de todo ser humano. Ahora bien, el fiel de la balanza, en sus casos, está inclinado más hacia los valores que a las miserias.
El contenido de estas páginas, no es otro que el resultado de conjuntar las múltiples piezas del puzle, de variadas figuras y rico colorido. Por separado, puede que estos retazos no digan nada, pero debidamente compaginados en la mente del lector, darán una visión completa del pasado rural de Villambroz.Nos encontramos en este escenario del páramo a personas con nombres y apellidos reales, que crearon ese pasado. Pero la imaginación del escritor las ha colocado en situaciones que transcienden el lugar y tiempo. Desde los primeros retazos rurales de la prehistoria de Villambroz, hasta los inmediatos antepasados nuestros, en todos subyace el único intento: vivir en libertad en este páramo. Poder decir siempre "mis ovejas" y "mis tierras". Y han creído siempre conseguir estas legítimas pretensiones, a fuerza de trabajar en este páramo y sacarle todas las virtudes encerradas celosamente en su suelo: ganadería y agriculturqça


 

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Basilio Velasco Delgado

"Villambroz"
el poder de un pasado
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novelada: evitar que  el 
recuerdo de nuestro pueblo
se diluya en el más
profundo olvido
VILLAMBROZ como fondo
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Imelda Pérez Delgado

"poemas de
naturaleza y vida"

UNO Editorial pgs. 87
Villambroz 2017
 PALENCIA    
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Imelda Pérez Delgado

"La Ruta paramera"

Poesía, 112 páginas
ISBN: 978-84-17487-16-4
PVP (papel): 10 €

Villambroz 2018
Palencia
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Imelda Pérez Delgado

Letras me sopló el viento
- poemas -

Editorial UNO pag, 71
illambroz (Palencia)
2020
 
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