VILLAMBROZ. El poder de un pasado rural
Basilio Velasco Delgado
Ed.megustaescribir. páginas 592, PVP 16,95 Euros
Sevilla 2017
El conjunto de los 205 retazos rurales aspiran a ser una historia novelada, con ciertas tildes sociológicas y moralizantes, asi como con algunas salpicaduras de sano e ingenuo humor. Los múltiples personajes que aparen en las sucesivas escenas, conforman al protagonista único, Villambroz. No esperes encontrar en ellos relumbrantes hazañas. La vida de estos antepasados transcurre dentro de los parámetros de la sencillez y la normalidad.
Pero esto no excluye que aquella gente tuviera una vida plena de valores morales, mezclados, claro está, con las miserias propias de todo ser humano. Ahora bien, el fiel de la balanza, en sus casos, está inclinado más hacia los valores que a las miserias.
El contenido de estas páginas, no es otro que el resultado de conjuntar las múltiples piezas del puzle, de variadas figuras y rico colorido. Por separado, puede que estos retazos no digan nada, pero debidamente compaginados en la mente del lector, darán una visión completa del pasado rural de Villambroz.
Nos encontramos en este escenario del páramo a personas con nombres y apellidos reales, que crearon ese pasado. Pero la imaginación del escritor las ha colocado en situaciones que transcienden el lugar y tiempo.
Desde los primeros retazos rurales de la prehistoria de Villambroz, hasta los inmediatos antepasados nuestros, en todos subyace el único intento: vivir en libertad en este páramo. Poder decir siempre ?mis ovejas? y ?mis tierras?. Y han creído siempre conseguir estas legítimas pretensiones, a fuerza de trabajar en este páramo y sacarle todas las virtudes encerradas celosamente en su suelo: ganadería y agricultura
PUEBLO DE VILLAMBROZ
Ya a mediados del siglo XIV, en el “Libro becerro de behetrías” nos encontramos con Villanbrex, refiriéndose a una aldea de Saldaña y sus habitantes vasallos de don Juan Alfonso de Albuquerque. Villambrex pagaba al rey moneda y servicios, pero no pagaba ni yantar ni fosadera. Al señor le pagaban dos maravedís por fuero y cada año de martiniega treinta y tres maravedís.
Villambroz era uno de los çveinticinco lugares de la “Villa y Tierra de Saldaña, y como tal, a partir del último cuarto del siglo XV pertenecía a la Casa del Duque del Infantado.
En marzo de 1752 los vecinos de Villambroz tuvieron que contestar a las preguntas del Catastro del Marqués de la Ensenada y entre las respuestas cabe destacar que ese año la taberna la tenía que administrar el concejo porque nadie había querido arerendarla.
En Villambroz, por estas fechas, había una casa hospital, pero que tenía una renta muy pobre, tan solo siete fanegas y seis celemines. Entre su ajuar sólo contaba con un cabezal y una manta. Los pobres que tenían que hacer noche en esa casa hospital, tenían de cenconstrucción.a un huevo cocido, y al día siguiente se les enviaba a otro pueblo.
En el año 1850 en el “Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar”, de Pascual Madoz, aparece Villambroz como un lugar agregado al Ayuntamiento de Villarrabé, en el Partido Judicial de Saldaña, y perteneciente a la diócesis de León. Contaba entonces con veintidós vecinos, ciento catorce almas.
Nos cuenta Pascual Madoz también que el clima es más bien frio que templado y propenso a calenturas intermitentes, catarros y pulmonías. En esos años contaba Villambroz con cuarenta casas de pobre construcción.
También leemos en este Diccionario que a la escuela de Villambroz, a cuyo maestro se dotaba de siete fanegas de trigo y centeno, concurrían 16 niños de ambos sexos. El agua de excelente calidad lo suministraba en abundancia una fuente situada próxima al pueblo. Así tambén se dice que la Correspondencia se traía a través de la oficina de correos de Saldaña.
El terreno de Villambroz era de secano y poco productivo, regado por el pequeño arroyo o torrente de la Cueza de Cabañas, formado por las aguas que se filtran de los páramos en tiempo de lluvias. Hay abundante leña de roble, pero muy delgada debido a que los ganados de ovejas no les deja desarrollarse. Así también hay muchos arbustos pero también pequeños por causa de las ovejas que no les deja crecer.
En este terreno se producía trigo, centeno, avena, altramuces o “chochos”, y alguna legumbre, como garbanzos, lentejas, muelas, fréjoles…
Se criaba preferiblemente ganado lanar, aunque también caballar y vacuno, éstos destinados a la labor agrícola.
En sus campos nunca faltaban liebres, perdices, codornices y otras aves como las avutardas. Aquilino Macho, farmacéutico saldañés de finales del siglo XIX nos apunta que en los pueblos del páramo, donde las cosechas de trigo eran escasas y el número de gorriones era abundante, ocasionando graves perjuicios, todos los años cada vecino se comprometía a entregar media docena de pardales y si no cumplía tenía que pagar una multa consistente en medio litro de vino.
El mismo diccionario también nos indica que en el páramo, que confina con la provincia de León, los hombres vestían traje de paño pardo, compuesto de levita larga perfectamente entallada, bragas, polainas también de paño, zapato gordo claveteado y la tradicional montera de piel de cordero. Los pastores usaban dalmáticas o zamarras de pellejo de oveja y pantalones de piel, a los que llamaban zagones y en Villambroz bragos.
Las mujeres se dedicaban a las rudas tareas del campo compaginándolas con las labores de la casa y la crianza de los hijos. Vestían manteos gordos, confeccionados con la lana del país, a las que coloreaban de azul con el añil, o “azulejo”, y teñian también de amarillo por medio de gualda.
La iglesia de Santa Inés es una obra de mampostería y cantos rodados, con torre a los pies y portada de arco de medio punto, precedida de pórtico o portal, con suelo de cantos en el lado de la Epístola. Consta de una nave cubierta con bóveda de cañón con lunetos decorada con yeserías barrocas y cúpula ciega rebajada en el Presbiterio. También tenía Coro alto de madera a los pies de la nave.
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