
“Hermanos”
Sirva responder
a lo que traen los nuevos tiempos ,
de lo que nuestro interior expande,
de lo que no evitamos y nada nos importa,
eso que trasmitimos
con nuestro despego,
con nuestra indiferencia.
solo nuestro bienestar importa,
sin alzar la mirada a otros cielos
porque nos nubla la vista
y produce desasosiego.
Unámonos, brindemos
y acojamos a los que de otras tierras llaman,
siempre hermanos,
y nuestro amparo reclaman.
Imelda
SOLIDARIDAD Y COLABORACIÓN VECINAL
La atención a los desfavorecidos es una constante en nuestros pueblos. Pues cuanto mayores son las dificultades a las que se enfrenta una sociedad, más se acrecienta en espíritu colaborador y de auxilio al desamparado, de tal manera que aparecen frecuentemente costumbres, tradiciones y usos, en caminados a paliar situaciones de necesidad entre semejantes. Así, hemos podido constatar que existía toda una serie de prácticas orientadas a paliar este tipo de desigualdades.
La Cruz de los pobres
Una de las prácticas más extendidas, y la hemos encontrado en Villambroz, era la que se conocía como “La Cruz de los Pobres”; se trataba del símbolo que se exhisibía en las casas que se ocupaban de hospedar a los necesitados; a veces, incluso, familias enteras, que fuesen a hacer noche en la localidad. El vecino, además de darles cobijo, también les daba de desayunar al día siguiente antes de proseguir su marcha. En ocasiones el pobre ayudaba en las tareas domésticas, ganándose así su sustento.
Esta cruz iba rotando por las casas del pueblo con un trazado conocido por todos los habitantes, de manera que el pobre recién llegado a la localidad, podía preguntar a cualquier vecino por la casa que albergaba la cruz.
Entierros
Otra de las costumbres que se practicaba en Villambroz, y que es común en muchos pueblos de la comarca, es la que se realizaba cuando en la población, ocurría un fallecimiento. Eran los propios vecinos de dar sepultura al difunto, cavando la fosa los habitantes de las casas contiguas a la del fallecido, en lo que se conocía como “casa adelante y casa atrás” o “casa arriba casa abajo”. Tarea esta, especialmente dura en los rigurosos inviernos que caracterizan el clima de esta zona, puesto que las gélidas heladas endurecían la tierra hasta hacerla casi impracticable.
Otras emergencias
En Villambroz permanece aun en la memoria colectiva de los “viejos del lugar”, el auxilio vecinal que se ponía en marcha cuando a uno de sus vecinos el lobo le mataba una partida grande de ovejas o se le moría una vaca. Eran el resto de los vecinos, quienes compraban su carne, incluso en el caso de que esta res hubiese muerto de enfermedad y no fuese apta para su consumo, con el mero propósito de colaboración. En el caso de las ovejas matadas o medio comidas por el lobo, los vecinos que tenían ganado, le cambiaba la oveja malograda por una oveja buena.
Remontándonos a tiempos más antiguos, siglos XVI, los viejos del lugar tienen conocimiento de la existencia de un Montepío, orientado a paliar situaciones de desamparo por fallecimientos o enfermedades.
“Pedir para casa quemada”
Pero si algo caracterizó a los años que nos ocupan, como decíamos al principio, fue la extrema necesidad que tuvieron que padecer nuestros antepasados, y aunque en las zonas rurales se vio un tanto mitigada en relación con los núcleos urbanos de población; o precisamente por eso, emergieron una serie de pobres que pedían por una razón concreta o como efecto a una labor realizada; así aparecían familias pidiendo porque su casa había sido destruida por un incendio y recibían una especie de cédula firmada por la autoridad competente que así lo atestiguaba. A esto se dio el nombre de “pedir para casa quemada”.
“Pedir para el lobo”
También existió la costumbre de exhibir por los pueblos, a lomos de un burro, un lobo que había sido cazado. Tras desollarlo y llenar su piel con paja, se exponía ante los vecinos con afán petitorio, es decir, para sacar un rendimiento económico por haber librado a la población de una alimaña perniciosa. A veces, incluso, llevaban también a los cachorros, lobeznos. Algunos afirman que estos individuos hacían de la necesidad una forma de vida y que la piel del lobo después de varios años de viajes por muchas localidades, aparecía agujereada la piel por el paso del tiempo y la acción de los roedores e insectos. Esto se conocía como “pedir para el lobo”.
“Las Senaras”
Quizás, la más clara muestra de colaboración vecinal, la tenemos en las Huebras, Senaras o a Concejos. O lo que es lo mismo, la prestación de un trabajo gratuito por parte de los vecinos del pueblo, normalmente una persona de cada casa, para paliar alguna necesidad pública que redunde en beneficio para la comunidad. Esta forma de trabajo estuvo tan extendida y dio tan buenos resultados, que incluso tenía su propio toque de campana, conocido por todos, para congregar a las personas que participaban en ella.
Fue costumbre en Villambroz, que el día de San Avicencio o Vicente, se hiciera fiesta y Senara para arreglar los caminos. En Villambroz, a Huebra o Senara se arreglaban caminos, se reparaban y cuidaban las calles, se mantenían limpias lagunas y hontacos, pequeños manantiales en el campo para uso de personas y animales; también se cortaba leña para el cura y el maestro; en Senara se construyó la casa del cura, el viejo frontón y, en parte, también el nuevo; igualmente, todos los años se arreglaba el puente hecho de palos y tierra… etc.
Tras el duro trabajo, y como colofón al día de huebra, el pueblo pagaba una merienda que consistía invariablemente en escabeche y vino; en esta merienda participaban todos aquellos que había puesto su esfuerzo al servicio de la comunidad
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